lunes, 30 de diciembre de 2013

Las fiestas de mi pueblo


El día 6 de Julio de 1995, un niño de 11 años escribe en su cuaderno de vacaciones de verano una redacción que se titula "Las fiestas de mi pueblo".  En ella describía de una forma muy resumida las fiestas de Villaquejida así:"Las fiestas del Cristo se celebran en un pueblo de León llamado Villaquejida el cual es mi pueblo. Por la mañana hay una misa, al terminar esta, se saca a pasear la imagen del Cristo por las calles principales del pueblo. Por la tarde sacan las vaquillas en un corro hecho de remolques y vallas rodeándolos, y allí los torean. Por la noche sueltan las vaquillas por las calles del pueblo y ya el último día se celebra el concurso de disfraces. Os animo a que vayáis"
Muchos recordareis así los Cristos de este modo, yo, no se si por suerte o por desgracia, la recuerdo de un modo muy distinta: Me retorno a unas calles engalonadas para la ocasión con luces, guirnaldas y banderillas, a una plaza a la que llegaban los pendones, a que sacaban el Cristo y donde bailaban los niños la danza popular,  a una plaza de toros ya construida totalmente en la que los carros ya poca importancia tenían, los mas jóvenes hacían mil piruetas por encima de las vaquillas divirtiendo al personal, estas ya nunca se aparecían en los cruces aquellas noches de septiembre. Sino que la gente salia a la calle, dirección a las peñas, donde nos faltaba la música, bebida y ganas de que la fiesta no terminase, pero termina, siempre termina, cerca del frontón con la tirada de los fuegos artificiales que iluminan el cielo al ritmo de la música de la orquesta que suena en la plaza.

Una infancia en los 70

Esta tarde, hace un momento, me remonté con mi padre a aquellos maravillosos años 70 en los que a pesar de las penurias que se pasaban en el campo, él y sus amigos, unos jóvenes de 10 o 12 años encontraban como divertirse. Me explicaba que iban al bosque a recoger palos y allá cerca del río, en la Isla, donde llegaban las crecidas hacían cabañas en las que los 4 o 5 de siempre se escondían para fumar algún cigarrillo robado de la chaqueta de un padre despistado o otros que conseguían mediante tretas y chantajes inocentes a los mas pequeños del pueblo. Cuando la misión de conseguir tabaco se les hacía un poco cuesta arriba iban a las huertas de alrededor y cogían las hojas de las patatas para después enrollarlas y fumarlas, pero a la tercera calada el picor que producía en la garganta se les hacía insoportable y dejaban que aquellos cigarrillos naturales se consumiesen. 
También cuando era tiempo de patatas, iban a las huertas a recolectarlas, hacían pequeñas hogueras y las asaban para luego comerlas solo con la sal que, en un botecito, siempre llevaban al monte con ellos. Pero aquello no pasaba solo con las patatas: es sabido por todos que cualquier alimento cogido de huerta ajena tiene un sabor especial. Ellos seguían esa idea al pie de la letra y, con una picardía inocente en esos años, un día eran sandías, otro melones, otro manzanas, otro almendrucos(hasta que una noche para que aquel señor, del que no recuerdo el nombre, defendiendo lo propio les perdiese la pista tuvieron que trepar hasta un viejo nogal que al final rompió con el peso)
Posiblemente, hoy en día, en una ciudad estos actos serían considerados como vandalismo, pero en aquel entonces era una forma de vida, más sana que la de ahora, y que por mucho que a la gente les pudiese molestar, nunca se disparaba la alarma social ya que se veían como juegos infantiles. Como mucho podían llegar a casa algunas quejas a las que tu padre ponía remedio con una tarde en el patio, con alguno de tus hermanos pequeños al lado vigilando que te mantuvieses en la misma posición que él te había dejado: de rodillas y con los brazos en cruz.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Una cálida felicitación con sabor a Navidad


Se acercan unas fechas especiales y no hay mejor momento que este para echar la vista atrás y pensar en lo bueno y en lo malo de este 2013, en las decisiones que han sido correctas y las que no. Creo, por ejemplo, que empezar este blog fue una de las cosas mas acertadas que he llevado a cabo: el recibimiento, el trato... que me habéis ofrecido fue maravilloso y con las mas de 1600 visitas habéis hecho de una ilusión esta realidad.
Pero no solo os tengo que agradeces eso, si no también el crear Villaquejida, por que un pueblo lo hacen sus costumbres, sus lugares, sus historias... pero sobretodo: sus gentes. Y si algo puedo asegurares que cada uno de sus habitantes hace de nuestro pueblo un sitio especial. Mi sitio especial, del que no rehuyo si no que es al que acudo como reencuentro conmigo misma y con esa parte infantil que, en parte, maduró entre sus calles.
Con esto no quería mas que agradeceros el ser como sois, el ayudarme a mantener ese lugar significativo para mi y el darme motivos suficientes para crear esta página.
Os deseo a todos y cada uno de vosotros unas felices fiestas acompañados de vuestros seres mas queridos y un 2014 lleno de fuerzas para afrontar los retos que él os proponga y felicidad, alegría,salud,amor, amistad, suerte e ilusión para que vuestros sueños se hagan realidad.
Un fuerte abrazo.


¡FELIZ NAVIDAD

PRÓSPERO AÑO
2014!

Algunos de sus pasos pararon en Villaquejida


Hace poco, por una casualidad, buscando historias antiguas, encontré una entrada de un blog que me llamó mucho la atención: (http://deformacionprofesional.blogspot.com.es/2010/05/villaquejida.html) En ella un "periodista hiperactivo del ámbito provinciano" que es como él se define, cuenta como en uno de sus viajes hace una parada en Villaquejida para tomar un café en La Ruta y su inquietud le llevó a recorrer las calles del pueblo. Una vez mas, este post, es una muestra de que Villaquejida no es especial solo a nuestros ojos, si no también a los de los que lo visitan, pues aunque solo pasase allí unos instantes este hombre ya se llevó un buen recuerdo.  Esto es lo que cuenta de su experiencia, de la casualidad que le llevó a acercarse hasta allí, de los escasos pasos que recorrieron sus calles pero también de la huella que ese corto recorrido dejó en el:  


 Plaza de Arsenio Fernández Huerga, en Villaquejida (León), con el Ayuntamiento en primer término. 8-5-2010.


" Hola. Esta entrada es la historia de una chincheta más clavada en el mapa. La de una casualidad circunstancial como es la de pasar por un lugar y parar en él, con la simple intención de tomar fuerzas para seguir haciendo camino. Esta vez, sin embargo, la curiosidad venció a la prisa y la parada técnica se convirtió en una breve estancia. Un mero paseo por algunas calles principales y unas pocas fotos para dejar constancia de ello. Muy poco, apenas una ojeada superficial. Pero lo suficiente como para poder decir, con orgullo, que he estado en Villaquejida.
Este municipio con tan peculiar topónimo y apenas un millar de vecinos se encuentra al sur de la provincia de León, junto a la carretera N-630, la artífice de que el pasado 8 de mayo estuviera allí. Comentaba en la anterior entrada que ese día tuvo lugar la quedada del foro de Saber y Ganar en León, a la cual asistí. Pensaba hacer una sola parada entre Madrid y la capital leonesa, más o menos a la altura de Tordesillas, pero, tal y como expliqué en la entrada anterior, el sueño me obligó a parar en Arévalo. O quizá sería más justo decir que el sueño me invitó a tener el placer de conocer Arévalo y a despejarme con un paseo por las calles de su casco antiguo.
Entre Arévalo y León media una distancia lo suficientemente grande como para tener que parar otra vez. Consciente de ello, al llegar a Benavente desestimé la opción de tomar la A-66 y me encaminé hacia León por la N-630. La autovía se construyó sobre un trazado totalmente nuevo, algo alejada de la carretera que no ha dejado de atravesar los pueblos por los que pasa. Por la vieja Ruta de la Plata, pensé, me sería más fácil encontrar algún lugar en el que parar.
Conocía perfectamente la ubicación de Villaquejida y algunos aspectos como que su población ronda las 1.000 personas (el último padrón es el primero que se sitúa por debajo de esa cifra, con 992 vecinos), incluyendo el pueblo anejo de Villafer, agregado en la década de 1970. Sabía que tenía que pasar por allí, pero el hecho de escoger Villaquejida para realizar una parada fue totalmente casual, tanto como el CD que iba escuchando en el coche se acabó pocos metros antes de la entrada del pueblo y me dije: "Pues aquí paro". Siempre y cuando encontrara un bar junto a la carretera, claro.
Tuve suerte. Lo había. Ya casi saliendo del pueblo en dirección a León, en el lado izquierdo de la carretera, al lado de una tienda de alimentación. Varios coches aparcados en la puerta, pero con espacio suficiente para dejar también el mío. El espacio para estacionar, tal vez, anhelaba los tiempos no demasiado lejanos en que la A-66 no estaba abierta entre León y Benavente y el tráfico de paso constituía una importante fuente de clientela para el bar. Aunque, al mismo tiempo, seguro que sin ese tráfico los vecinos de Villaquejida han ganado en calidad de vida, especialmente los que vivan a pie de carretera o en sus proximidades, y que ir hasta el bar no resulta tan aventurado como cuando todos los camiones de la N-630 atravesaban el casco urbano.
El bar era espacioso, un local bastante grande. Había pocos clientes, la mayoría de cierta edad y reunidos en un grupo, a la izquierda de la puerta. También el hombre que estaba detrás de la barra era susceptible de tener hijos mayores que yo. Al cruzar la puerta sentí las lógicas miradas de reojo de "Huy, ¿quién es éste, que no es del pueblo?", pero que apenas duraron un par de segundos, como si acto seguido hubieran pensado: "Alguno que va por la carretera en vez de por la autovía". Un saludo afable del señor de la barra, correspondido como debe ser. Póngame un refresco y unas patatas fritas para picar. "Patatas fritas, coja usted la bolsa que quiera", me indica con un tono amable, señalándome el mostrador.
En la barra tenían un ejemplar del día del Diario de León. Lo pillé, a ver qué se cocía en la tierra donde voy a pasar este sábado y en la que sólo había estado en una anterior ocasión, en octubre de 2000. Mientras tanto, me resultaba inevitable escuchar de vez en cuando la conversación que tienen el señor de la barra y el grupo de clientes de junto a la entrada. ¿Instinto periodístico o que, simplemente, soy un cotilla? Creí interpretar que esa misma tarde había algún acto festivo, especulaban sobre cómo se desarrollaría y si llovería o no, porque el cielo no tenía muy buena pinta. Entró una pareja algo más joven, también parroquianos habituales del bar, a juzgar por los cordiales saludos que se intercambiaron con quienes estaban charlando, y se sumaron a la conversación.
La cotidianeidad de Villaquejida en un bar cuyo nombre hace alusión a la ruta donde se ubica, poco antes de las 13.00 del 8 de mayo de 2010. Seguí leyendo el Diario de León, hasta que otro cliente que estaba separado del grupo me preguntó si le podía decir a qué hora emitían el fútbol por La Sexta, que él estaba bastante fastidiado de la vista y no atinaba a leerlo. Penúltima jornada de Liga, con el Barça y el Madrid jugando a la misma hora. A mí no me quitaba el sueño, pero comprendo que la cosa generara gran expectación. Tras decirle que el partido era a las 21.00 y mantener una breve conversación, el señor se fue, despidiéndose del dueño a la manera en que se despide un cliente habitual de un bar; otro gesto del día a día que, aunque nadie lo supiera en ese momento, me resultó interesante observar.
Pregunté al dueño por el baño, porque toda parada en carretera que se precie debe ir acompañada de la micción de turno. El señor ya me había parecido amable, pero a partir de ese momento tuve reforzada esa sensación; no es que me indicara dónde estaba el baño, sino que salió de la barra y me acompañó hasta él, señalándome incluso dónde estaba la luz. El bar tenía un espacio amplio detrás, imagino que sería un comedor. El señor se volvió para la barra y yo, mientras hacía uso del baño, me dije que a lo mejor había sido un acierto parar en Villaquejida.
Al salir del baño pagué la consumición, antes de abandonar el bar y decirme que, ya que estaba, podía conocer un poco más Villaquejida. No podía entretenerme; ya llegaba tarde a León. Pero un paseíto me permitiría estirar las piernas un poco y despejarme aún más para hacer los apenas 55 kilómetros que tan sólo me separaban ya de la capital leonesa. Justo enfrente del bar, al otro lado de la carretera, salía una calle con aspecto de principal; la iglesia se veía detrás, no estaba muy lejos. Me encaminé por ella, para iniciar el breve recorrido por el pueblo.




La iglesia estaba doblando a la derecha al final de la calle. Me sorprendió la construcción, por ser bastante diferente a los templos que hay por la zona donde yo vivo. Imaginé que sería renacentista por el estilo arquitectónico y las dimensiones, aunque, como digo, la diferencia constructiva con las cúpulas eclesiales de tejas azuladas de estos lares junto al Mediterráneo saltaba a la vista. El templo tenía una casa anexa, pero, por lo demás, estaban totalmente exentos, con lo cual se podía dar una vuelta completa en torno a él. Una buena forma de comprobar que sobre el campanario había un nido de cigüeñas:





La iglesia compartía con el Ayuntamiento la plaza principal del pueblo, dedicada a un tal Arsenio Fernández Huerga. Si alguien de Villaquejida, por casualidad, lee esto, le ruego que me disculpe por no saber quién es o era este hombre. En la fachada de la Casa Consistorial, una placa del año 1993 dice lo siguiente: "A D. Arsenio F. Huerga. Hijo Predilecto y Benefactor de esta villa, con profunda gratitud". Un personaje de enorme relevancia local, está claro. En cuanto al Ayuntamiento, una construcción sencilla, con aspecto de remodelada, pero también con toques arquitectónicos muy característicos de la mitad norte de la Península que por aquí apenas se ven, caso de los soportales. Todas las banderas posibles ondeando sobre el balcón daban una imagen bastante agradable.






No tenía tiempo para mucho más. Había enviado un mensaje a la anfitriona de la quedada del foro para decirle que ya me faltaba poco para llegar, pero no era cuestión de hacerme de rogar. Me encaminé hacia mi coche, observando otros detalles sobre la cotidianeidad de Villaquejida, como un par de señoras que volvían de la compra, probablemente de la tienda que había al lado del bar, o un joven que limpiaba su coche en una calle perpendicular a la que seguía yo. Algún hombre mayor paseando. Algún otro coche que llegaba, con varias personas a bordo, quizá para pasar el sábado o el fin de semana, quizá porque volvieran de hacer algún recado por los alrededores.
Cuando salía del aparcamiento, otro coche llegaba. Se bajaron varias personas, supongo que miembros de la misma familia. Tenía pinta de haber algo en Villaquejida ese día. Y, supongo, así era. En la página web del Ayuntamiento se indica que, precisamente, el 8 de mayo es la fiesta del "Voto de Villa", que no sé en qué consistirá. En internet también he rastreado sobre las actividades económicas de Villaquejida, y es que, al llegar a León y encontrarme con los compañeros dequedada forera, los anfitriones me recriminaron, entre risas, que no hubiera comprado embutidos en Villaquejida, que por lo visto los elaboran bien. Algo he encontrado por la red al respecto, algo.
Todos estos detalles hicieron que Villaquejida no me pasara desapercibida este 8 de mayo. Podía haber parado en cualquier otro pueblo atravesado por la N-630, pero la casualidad quiso que lo hiciera aquí. Y la sensación fue bastante agradable, aunque sólo fuera por observar gestos cotidianos como hablar de unas fiestas o del final de la Liga, por la amabilidad del dueño de un bar o por la satisfacción para la vista que siempre es un pueblo cuidado, con una arquitectura sencilla pero muy armónica.
Aunque la visita fuera tan breve, puedo decir que he estado en Villaquejida. Puede que a mucha gente le resulte totalmente intrascendente, irrelevante, insustancial. Pero para mí tuvo el sabor de las visitas agradables a esos pueblos que, sin grandes fastos, se muestran en su lado más genuino.
Saludos al personal... y a Villaquejida, si alguien de allí por casualidad encuentra esto husmeando en la red.


Noche del 16 de mayo de 2010"


sábado, 21 de diciembre de 2013

El puente de Matilla

La misma noche que recordaron lo contado en la entrada anterior, salieron a la conversación momentos ya muy lejanos en el tiempo con los que recordaron una historia que aunque no pertenece a nuestro pueblo a muchos les podrá traer bonitas imágenes: cuando en un pueblo muy cercano, Matilla, se construyó el puente. Muchos jóvenes de Villaquejida fueron llamados para trabajar en la obra. Otoño, invierno. primavera o verano, con sol, lluvia o nieve pero los obreros trabajaron sin descanso, en ocasiones, día y noche. Aun así tardaron años en terminar de consumar el puente. A menudo la gente que pasaba por el lugar, extrañada por la tardanza, preguntaba curiosa por la fecha de inauguración, y resignados los trabajadores explicaban que no encontraban firme para afianzar la estructura. Finalmente, el día que aquella obra estuvo terminada toda persona de los pueblos cercanos se acercó, orgullosa, a observar lo que fue un gran adelanto una facilidad para todos los que tenían que viajar de un lugar a otro periódicamente

Madrugadas heladas

Hace solo unas semanas, en un puente en el que me acerque al pueblo, le escuche a Isacc, sentado al lado del brasero una anécdota que creí que merecía la pena ser contada aquí:  

Recordaba entre risas, con mi abuelo, las antiguas madrugadas de hace años, cuando aun las canas empezaban a asomar entre su cabello. Hablaban, con anhelo, de las noches en las que nada mas ponerse el sol, el viento congelado empañaba las ventanas cubriéndolas de una capa blanca y como el fuego de la lumbre no vencía nunca a esa impresión de frío que tenias cuando pretendías mirar al exterior a través de los cristales.
También aquella sensación de levantarse por las mañanas temprano, mirar por la ventana y ver como la helada del día anterior aun no había desaparecido cuando ya estaba cubierta por la que hacia caído aquel amanecer invernal. El carámbano llegaba de un lado a otro de la calle haciendo que la tarea de caminar fuera una autentica meta inalcanzable y consiguiendo que para el señor José María fuera imposible sacar los animales a la calle para limpiar las cuadras.