lunes, 30 de diciembre de 2013

Una infancia en los 70

Esta tarde, hace un momento, me remonté con mi padre a aquellos maravillosos años 70 en los que a pesar de las penurias que se pasaban en el campo, él y sus amigos, unos jóvenes de 10 o 12 años encontraban como divertirse. Me explicaba que iban al bosque a recoger palos y allá cerca del río, en la Isla, donde llegaban las crecidas hacían cabañas en las que los 4 o 5 de siempre se escondían para fumar algún cigarrillo robado de la chaqueta de un padre despistado o otros que conseguían mediante tretas y chantajes inocentes a los mas pequeños del pueblo. Cuando la misión de conseguir tabaco se les hacía un poco cuesta arriba iban a las huertas de alrededor y cogían las hojas de las patatas para después enrollarlas y fumarlas, pero a la tercera calada el picor que producía en la garganta se les hacía insoportable y dejaban que aquellos cigarrillos naturales se consumiesen. 
También cuando era tiempo de patatas, iban a las huertas a recolectarlas, hacían pequeñas hogueras y las asaban para luego comerlas solo con la sal que, en un botecito, siempre llevaban al monte con ellos. Pero aquello no pasaba solo con las patatas: es sabido por todos que cualquier alimento cogido de huerta ajena tiene un sabor especial. Ellos seguían esa idea al pie de la letra y, con una picardía inocente en esos años, un día eran sandías, otro melones, otro manzanas, otro almendrucos(hasta que una noche para que aquel señor, del que no recuerdo el nombre, defendiendo lo propio les perdiese la pista tuvieron que trepar hasta un viejo nogal que al final rompió con el peso)
Posiblemente, hoy en día, en una ciudad estos actos serían considerados como vandalismo, pero en aquel entonces era una forma de vida, más sana que la de ahora, y que por mucho que a la gente les pudiese molestar, nunca se disparaba la alarma social ya que se veían como juegos infantiles. Como mucho podían llegar a casa algunas quejas a las que tu padre ponía remedio con una tarde en el patio, con alguno de tus hermanos pequeños al lado vigilando que te mantuvieses en la misma posición que él te había dejado: de rodillas y con los brazos en cruz.

4 comentarios:

  1. ¡Muy bueno, Andrea! Tus relatos son asombrosos, sigue así.

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  2. Querida andrea...no se quien has sido en otra vida...pero en esta eres la re-encarnacion de alguien muy especial......por que ser tan increible a tu edad....no puede ser normal.
    gracias por tu labor....
    te quiero
    monse.

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    1. Monse! sera por esta familia tan especial que tengo y de la que puedo estar tan orgullosa que ha echo mucho para que llegue hasta aqui! :) Te quiero :)

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