miércoles, 8 de enero de 2014

Nos vamos de bares!!


Todos sabemos que las anécdotas de la gente son una parte esencial de la vida en un pueblo y que sus protagonistas a menudo acuden a los bares convirtiéndolos un lugar idóneo para contar sus vivencias, así que... ¿Que mejor opción que escuchar estas historietas sentados, con un boki en la mano, en la barra de cualquier de los locales del pueblo?  

¿Que os parece si os invito a una ronda en cada uno de ellos? Pues, coged los abrigos que allá vamos!

Empiezo por el Oasis: los primeros recuerdos que tengo de ese bar son de cuando aun se acudía a la parte antigua, aquella a la que se entraba por la puerta de la derecha, creo que nunca olvidare ese lugar oscuro pero acogedor, aquella maquina recreativa en la que siempre jugaba, no se por que pero me tenia algo especial. Lo que ahora conocemos como el Oasis, era entonces la discoteca que se abría los fines de semana, su música llegaba hasta casa y era como una nana, muchas partidas de futbolín eché en familia entre sus cuatro paredes llenas de carteles de las orquestas que venían a las fiestas del Cristo y de los graffitis que en su mezcla con las mesas y sillas de mimbre forman una decoración peculiar pero que a muchos nos hace sentir como en nuestra propia casa cuando allí sentados, después de hacer equilibrismos en fechas señaladas para pedir en la barra, nos comemos esas típicas patatas con salsa brava o los callos que no se encuentran en ningún otro lugar. 
La siguiente parada: San Isidoro. Simplemente su decoración rustica nos invita a adentrarnos y a fijarnos en las plantas de las ventanas de ese verdor intenso que las hacen parecer artificiales de lo mimadas que están por sus dueños. Estas, siguen dándole luz al sitio después de aguantar, tiempo no muy atrás, el humo del tabaco durante las tardes de largas partidas de tute y dominó, de la misma forma iluminan las paredes de madera los dibujos encuadrados de las calles del pueblo. Seguro que si os acercáis a la barra os ponen encantados con una sonrisa un café o cualquier otra cosilla acompañada con unos champiñones y su buen talante.
Las Vegas, otro de los de toda la vida, lo he conocido en manos de varias personas pero todos ellos han conseguido darle una fama, crear una historia, darle importancia y reunir en el a gente de todas las edades, de todas partes que se acercan hasta allí para jugar alguna partida, tomar alguna copa o saborear alguna de sus abundantes y peculiares tapas.
Ya que estamos terminando cogemos una nave hasta el Space. Es el mas moderno del pueblo, y con eso no me refiero a la terraza del nuevo recreo que se ha inaugurado este verano, con su toque ibicenco y su césped donde los mas pequeños pueden correr y jugar, sin duda un lugar ideal para las noches de verano si no del propio bar, y esto se nota en esa decoración innovadora: esa barra llena de espejos, de cuadros de colores, las luces cálidas a pesar de estar en penumbra,ese cuadro de los Beatles y ese reloj gigante que ocupan las paredes. Esas mesas, esos sofás en los que pasar horas y horas charlando, ese billar en los que muchos hemos jugado alguna que otra partida y el viejo pinball que está junto a la mesa de sonido que tantas noches de sábado a amenizado.
Y por último tomamos la ronda definitiva en La Ruta, parada oficial de los domingos y días festivos al salir de misa: Llevo pidiendo mostos en ese bar desde que casi no andaba y ya de aquellas recuerdo las plantas a la puerta, la escalinata, los grandes ventanales, las paredes de madera y los sofás rojos. Si te sientas en los taburetes de la barra siempre encontraras a alguien atareado detrás de la barra dispuesto a ponerte unos cacahuetes o unos mejillones o cualquier otra cosilla para acompañar a tu consumición. Siempre con una sonrisa, en un lugar sencillo como son los bares de carretera pero al mismo tiempo con un ambiente casero y familiar de los que solo encuentras en los bares de siempre, los de toda la vida


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